JAPÓN, DONDE LA TRADICIÓN SE ENCUENTRA CON EL FUTURO

Visité este fascinante país por primera vez en el año 2000 por motivos profesionales. Desde entonces he estado esperando la ocasión de volver, pero como turista. Y esta ocasión se ha presentado recientemente. A principios de año tomamos la decisión de realizar este viaje en primavera, en concreto del 27 de abril al 7 de mayo de 2019. Transcurrida una semana de la vuelta y con los recuerdos todavía frescos, voy a escribir unas líneas que puedan ser útiles para los que estén pensando en hacer este viaje y que también me ayude a mí a recordarlo en el futuro.

Japón es un país bello, sorprendente y divertido. Combina a la perfección tradición y modernidad y así lo refleja el eslogan turístico oficial: “JAPAN where tradition meets the future”

Japón no es un destino turístico de masas para los españoles. Hay otros viajes exóticos más populares, como por ejemplo Tailandia, China e India. Se tiene la idea de que es un país caro para el turista, idea que se ve ratificada cuando se examina la escasa oferta de viajes organizados que ofrecen las agencias de viajes y los altos precios que aplican. Pero es un viaje que se puede hacer perfectamente por cuenta propia. Sólo hace falta tener una cierta experiencia en planificar viajes y hablar un poco de inglés (aunque los japoneses en general lo hablan poco y mal). De esta manera el viaje nos ha costado menos de la mitad que si lo hubiéramos contratado con una agencia de viajes.

Antes de entrar a detallar el viaje os comento algunas cuestiones generales:

  • Medios de pago: Aunque a los españoles nos resulte extraño, el medio de pago por excelencia en Japón es el efectivo. Las tarjetas de crédito y débito occidentales (Visa, Mastercard, etc.) no suelen ser aceptadas fuera de los hoteles. Es imprescindible llevar yenes en la cartera. No conviene comprarlos en España, porque la comisión que los bancos aplican aquí es muy alta. Lo mejor es hacer un presupuesto de todo lo que nos vayamos a gastar en el viaje y llevarlo en euros que cambiaremos allí (podemos si acaso planear pagar los hoteles con tarjeta). Una opción es cambiar los euros en el aeropuerto de Narita. Allí no conseguiremos el mejor cambio posible, pero tampoco el peor (como ocurre en otros aeropuertos). En Tokio hay muchas casas de cambio que aplican un tipo peor que en el aeropuerto. Pero hay una de ellas que ofrece el mejor tipo de cambio de todo Japón (casi el del mercado de divisas). Se llama Ninja Money Exchange y en su página web podéis ver la dirección y el tipo de cambio de cada día (https://www.interbank.co.jp/ninja/). En caso de quedarnos sin efectivo existe el recurso de los cajeros automáticos, asumiendo la correspondiente comisión. Pero no todos los cajeros aceptan nuestras tarjetas. Hay que utilizar los de Seven Bank, que se encuentran en las tiendas 7-Eleven. Esto no representa ningún problema porque hay más de 19.000 de estas tiendas en Japón.
  • Precios: El rango de precios de los hoteles es muy amplio, pero en general superior al de España (y con las habitaciones sensiblemente más pequeñas). Mi recomendación es elegir los hoteles cerca de las estaciones de tren, pues eso nos va a facilitar los traslados. Los precios de los restaurantes son en general algo más baratos que en España, lo cual compensa el precio de los hoteles. El gasto diario en alimentación durante el viaje quedó por debajo de los 30 € por persona (desayuno-comida-cena). No íbamos buscando restaurantes con estrellas Michelín, pero no nos privamos de nada que nos apeteciese.
  • Electricidad: 110 V y clavijas planas (como en Estados Unidos) por lo que conviene llevar un adaptador.
  • Agua potable: Japón tiene a gala disponer de una red de agua potable de excelente calidad, tanto en salubridad como en sabor. Esto evita tener que estar pendiente de comprar agua embotellada. Al salir del hotel por la mañana, rellenas tu botella de plástico con agua del grifo y listo. Además en los restaurantes nada más sentarte te ponen un vaso de agua corriente (un gasto menos en la factura que se agradece)
  • Propinas: no existe la costumbre de dejar propinas en la hostelería.
  • Transporte público: en Japón existe una red de transporte público muy tupida, eficiente y puntual. Se puede ir prácticamente a cualquier sitio en tren, metro o autobús. Para el turista puede resultar a priori un poco complicado, pero existen apps para el móvil que facilitan mucho la movilidad. Además la información a nivel de paneles es muy buena. Pasada la primera impresión inicial, es bastante fácil moverse por Japón.
  • Japan Rail Pass: Es recomendable comprar este pase de 7, 14 o 21 días, que permite utilizar de manera ilimitada la mayor parte de la red ferroviaria. Hay que comprarlo fuera de Japón y al llegar allí se canjea el recibo por la tarjeta oficial. El precio puede variar ligeramente según el tipo de cambio. A mí me costó 231 euros el de 7 días. Parece un poco caro, pero sale rentable para un viaje como el que os voy a comentar. Podéis obtener más información y comprarlo en la siguiente dirección: https://www.japan-rail-pass.es. Con el JR Pass no se pasa por los tornos en las estaciones, sino por un lateral donde se enseña el pase al vigilante.
  • WiFi: además de los hoteles, existen muchos lugares con acceso a WiFi gratuito (aeropuertos, estaciones de tren, estaciones de metro, centros comerciales, oficinas de turismo). No es necesario incurrir en costes de itinerancia de datos ni alquilar dispositivos especiales de conectividad.
  • Época para viajar: en Japón hace frío en invierno y mucho calor y humedad en verano. En otoño hay riesgo de tifones. Conclusión: la época ideal para viajar es la primavera. Abril y mayo pueden ser buenas opciones, pero hay unas fechas que conviene evitar, lo que los japoneses denominan la Golden Week, que son varios días festivos seguidos entre finales de abril y primeros de mayo. Es la temporada de vacaciones por excelencia en Japón. Millones de japoneses colapsan los transportes públicos y los centros turísticos. No todos viajan, pero es que son 126 millones de habitantes. Y además reciben muchos turistas chinos. Este año como consecuencia de la abdicación del emperador Akihito han disfrutado de algunos días más para extender la Golden Week hasta los 10 días, a pesar de que el 45% de los japoneses estaban en contra de tener tantos días de vacaciones seguidos. Yo conocía la existencia de la Golden Week pero no fui consciente de esta circunstancia cuando reservé el viaje y nos pilló de lleno. Nunca en mi vida he visto tanta gente junta y colas tan largas para acceder a algunas de las principales atracciones turísticas. Fue quizá el punto más negativo del viaje.
  • Jet lag:  De todos los viajes de larga distancia que he realizado, ha sido en éste donde más he sufrido el cambio horario (7 horas), especialmente en la adaptación del horario de sueño. Me llevó 3/4 días a la ida y otros tantos a la vuelta volver a la normalidad.
  • Aplicaciones móviles útiles: Podéis ver a continuación los iconos de las apps que me han resultado muy útiles en el viaje:

HYPERDIA: Aplicación para planificar los viajes en tren. Es imprescindible para moverse por Japón con soltura sin necesidad de tener que estar preguntando constantemente ni perder mucho tiempo buscando la información en los paneles. Aquí podéis ver un ejemplo del resultado de una consulta:

Para que se adapte al JR Pass hay que programar en Detail que no considere los trenes no incluidos en el pase (Shinkansen Nozomi y Mizuho, y trenes de compañías privadas). Esto se hace en esta pantalla:

Tokyo Metro for Tourists: información del Metro de Tokio, en especial la planificación de trayectos (Route Search). Conviene señalar que hay otra red de metro llamada Toei no integrada con la principal y que cubre las líneas A, I, E y S. Se puede adquirir un pase de 24 horas para las dos redes por 800 yenes (Tokyo Subway) o por 600 yenes para la red principal (Tokyo Metro). Para los desplazamientos habituales de los turistas es suficiente con la red principal.

Kyoto Bus Checker: Aplicación equivalente para la red de autobuses de Kioto, que es el transporte básico en esta ciudad. La red de metro sólo tiene dos líneas en cruz y no resulta muy operativa para los turistas.

Japan Wi-Fi: aplicación para buscar y facilitar la conexión a las redes WiFi gratuitas. No es imprescindible utilizarla.

MAPS.ME: Es la app que yo utilizo como GPS para moverme por las zonas turísticas. Tiene la ventaja de que no necesita conexión de datos.

Google Maps: muy útil con WiFi (o con datos), pero en Japón no están disponibles los mapas sin conexión.

AccuWeather: es la aplicación que yo utilizo para consultar el pronóstico metereológico fuera de España.

Revolut: es la app de una tarjeta monedero de débito Mastercard que utilizo fuera de la zona euro. Tiene la particularidad de que el tipo de cambio que aplica es el oficial, con lo que me evito las comisiones, que nunca bajan del 3%.

A continuación podéis leer un resumen cronológico del viaje:

DIA 1 – SALIDA DESDE MADRID

Salimos el sábado 27 de abril a las 10:25 en vuelo de Finnair con destino a Tokio, haciendo escala en Helsinki. Llegamos al Aeropuerto de Narita al día siguiente a las 8:05.

DIA 2 – TOKIO (Akihabara, Ueno y Asakusa)

El área metropolitana de Tokio es la más poblada del planeta. Las 6 prefecturas que rodean la ciudad forman la región de Kanto. La población total de esta región supera los 43 millones de personas. Tokio es una de las ciudades más interesantes del mundo por su actividad comercial y financiera, por su sorprendente cultura, por su animada vida nocturna y por su exótica gastronomía.

Después de aterrizar en Narita lo primero que hicimos fue cambiar 4.000 yenes para los primeros gastos, contando con que ese mismo día iríamos a Ninja Money Exchange a cambiar todo lo necesario para el viaje. Como había bastante cola en la oficina de cambio busqué un cajero que me cobró 216 yenes de comisión, más del 3% que me hubiera costado si hubiera cambiado en la oficina.

Para trasladarse desde el aeropuerto a Tokio hay bastantes alternativas con diferentes precios. La más utilizada es el tren Narita Express que cuesta 3.020 yenes y está incluído en el JR Pass. Pero pensábamos activar el pase el 1 de mayo para que nos llegase hasta el final del viaje. Así que tomamos el bus de la línea Keisei que por 1.000 yenes nos dejó en una hora en la Estación Central de Tokio (salida Yaesu South), desde donde llegamos andando en 10 minutos al hotel que habíamos reservado por Booking.com.

Después de dejar las maletas en la recepción del hotel, pues todavía era pronto para que nos diesen la habitación, emprendimos el primer recorrido por Tokio, con casi todo el día por delante. Nos dirigimos a la estación de metro de Kyobashi, a dos minutos del hotel. Compramos el pase de 24 horas (600 yenes) y nos bajamos en la estación de Suehirocho. La intención era hacer un pequeño recorrido por el barrio de Akihabara, famoso por sus tiendas de electrónica, y llegar a la oficina de Ninja Money Exchange. El barrio no nos resultó especialmente atractivo, de hecho su visita es prescindible, y la oficina de cambio, a pesar de llevar su ubicación en el GPS, no fue fácil de encontrar, pues no estaba señalizada exteriormente. Si vais, esta foto os puede ayudar. Está en la 5º planta del portal de la derecha:

Después de comprar los yenes para todo el viaje (excepto para los hoteles), entramos a comer en un restaurante de la cadena de comida rápida Yoshinoya que se ve a la izquierda de la foto anterior. Esta cadena se encuentra por todo Japón. Se come en la barra en 20 minutos por unos 600 yenes (5 euros). Nada espectacular, pero suficiente y razonable para la parada de mediodía.

Volvimos a la misma estación de metro y seguimos hasta la de Ueno, cerca de la cual se encuentra el parque que lleva el mismo nombre. Es uno de los parques urbanos más populares de Tokio, equivalente al Retiro de Madrid. Dentro del parque se encuentra un Zoológico con osos panda y varios templos, museos y estanques.

Entre los templos destaca el Kiyomizu Kannon-do, construido en el año 1631, utilizando como inspiración el templo Kyomizu-dera de Kioto.

Siguiendo el camino llegamos a unas escaleras que llevan hasta el estanque Shinobazu. En medio de un islote y rodeado de flores de loto se encuentra el templo budista Betendo, dedicado a Benzaiten, la diosa del conocimiento, las artes y la fortuna.

Después de un breve recorrido por el parque, tomamos el metro hasta Asakusa. Éste es uno de los barrios más populares y turísticos de la ciudad. Conserva la atmósfera del Tokio antiguo con tiendas de artesanía, puestos de comida en la calle Nakamise y el antiguo templo budista Sensoji.

Lo primero que hicimos al salir del metro fue subir a la última planta del Centro de Información turístico de Asakusa. Allí se encuentra una cafetería y un mirador desde donde se contempla la puerta Kaminarimon, la calle Nakamise, la puerta Hozomon, el templo Sensoji y la torre Skytree a la derecha.

Después de sacar unas cuantas fotos y tomar un café, iniciamos el recorrido pasando por la puerta Kaminarimon.

Allí empieza la calle Nakamise, de 250 m de largo que alberga multitud de tiendas de artesanía, dulces, recuerdos, etc.

Al final de la calle se llega a la puerta Hozomon. Al cruzarla se puede ver a la derecha la torre Skytree y contemplar una imagen que sintetiza la mezcla de tradición y modernidad  que encontramos en Japón.

Y así llegamos a Sensoji, el tempo budista más antiguo de Tokio. El entorno es muy agradable de recorrer, aunque con demasiada gente.

Antes de volver al hotel, nos alejamos un poco hacia el Oeste y llegamos a la calle Hoppy Street. Está llena de tabernas japonesas llamadas izakayas con mesas y sillas en la calle. Se puede tomar cerveza, sake y tapas, entre las que destaca el horumonyaki (casquería a la plancha).

Y desde el metro de Asakusa iniciamos el regreso al hotel pasando antes por la Estación de Tokio en cuyo sótano se encuentra una zona de restauración llamada la Calle del Ramen. Ésta es una comida típica japonesa de origen chino consistente en un cuenco de sopa de fideos preparada con un caldo muy aromático y acompañada de tropezones de carne, verduras, algas, huevos, etc.

Hay un gran número de restaurantes donde elegir (no todos son de ramen). En todos se forma una cola considerable, pero va rápida, pues la gente emplea poco tiempo en cenar. En el exterior de cada restaurante hay una especie de cajero automático donde seleccionar y pagar lo que vayas a tomar. La primera vez es un poco complicado, pero se pide ayuda al camarero que hay en la puerta y las siguientes veces ya no hay ningún problema. La máquina te da un ticket que te recoge el camarero que controla la cola y cuando te dan mesa, en pocos minutos te sirven el pedido acompañado por un vaso de excelente agua del grifo. Y en menos de media hora, una nueva mesa que rotan.

DIA 3 – TOKIO (Shinjuku, santuario Meiji, Harajuku, Shibuya)

Iniciamos el día visitando el barrio de Shinjuku, que es el más importante centro comercial y administrativo de Tokio. En el centro del barrio, se encuentra su famosa estación de tren que es la más transitada del mundo (un promedio de 3 millones de personas pasan diariamente por allí).

Utilizamos el pase de metro del día anterior (todavía no se habían cumplido las 24 horas) para llegar a Nishi-shinjuku, en la zona oeste del barrio, donde se encuentran los rascacielos más altos de Tokio. El edificio más conocido es el conjunto de las dos torres gemelas del Tokyo Metropolitan Government Building. En lo alto de cada torre hay un mirador de acceso gratuito. Nosotros elegimos el de la torre sur, desde donde se ve esta espléndida vista:

Después de esta visita y aprovechando que todavía nos quedaban unos minutos para que caducase el pase de metro, volvimos a tomarlo hasta la estación de Shinjuku, donde a pesar de no ser hora punta tomamos el pulso de esta auténtica ciudad subterránea que es la estación. Salimos por la zona este donde se encuentra Kabukicho, el famoso barrio rojo de Tokio. Aquí se encuentran multitud de tiendas, restaurantes, cines, salas de karaoke, salas de pachinko (el juego más popular en Japón) y cientos de carteles luminosos.

La siguiente zona que visitamos fue el Golden Gai, un vestigio del Tokio profundo de la posguerra. Es un pequeño laberinto de callejones estrechos peatonales llenos de bares diminutos en los que no caben más de seis personas. A pesar de que la zona tiene un aspecto un tanto cutre, es muy frecuentada por músicos, actores e intelectuales. En principio, los bares tienen su propia clientela local, aunque algunos tienen un cartel que dice que admiten turistas. En muchos de ellos cobran una cantidad por entrar aparte de lo que se consuma, que no es barato.

Los bares son nocturnos y en el momento del recorrido estaban todos cerrados y solamente paseábamos por la zona unos cuantos turistas despistados.

Después de esta visita fuimos a otra zona de Shinjuku, no menos curiosa y peculiar. Se trata de Omoide Yokocho, que son un par de callejones paralelos situados junto a las vías del tren. El más animado es el que queda más al Oeste.

En la zona hay más de 60 locales, que sólo tienen una barra y muy pocas mesas. Son muy pequeños y un tanto destartalados. No tienen aseos, pero en medio de la calle hay unos servicios públicos. La especialidad es el yakitori, brochetas de pollo a la parrilla con salsa teriyaki. Como era la hora de la comida, aprovechamos para tomar unos cuantos pinchitos acompañados de una cerveza. La relación precio/cantidad no fue muy favorable.

Si se va ajustado de tiempo en la visita a Tokio, estos dos últimos lugares pueden ser prescindibles.

Desde aquí nos dirigimos andando a la siguiente etapa del día, el santuario Meiji y el parque Yoyogi. Meiji es uno de los santuarios sintoístas más populares de todo el país, dedicado al primer emperador del Japón moderno, el emperador Meiji y su esposa, la emperatriz Shoken. Es uno de los centros religiosos más importantes de Tokio. En días festivos como Año Nuevo se acercan a este santuario más de un millón de personas. Este día no había tantos, pero no estaba ni mucho menos vacío.

El santuario se encuentra dentro del parque Yoyogi, que es el parque más grande de Tokio y un buen sitio para ver la vida de los japoneses más allá de los centros comerciales.

No teníamos tiempo para recorrer el parque y después de ver el santuario nos dirigimos a la zona de Harajuku, que además de ser un centro neurálgico de la moda, también es el lugar de reunión de los personajes más frikis y pintorescos de Tokio. La calle principal del barrio se llama Omotesando, que es una gran avenida arbolada que compite con el distrito de Ginza en albergar las tiendas de marcas de lujo (Chanel, Dior, Bulgari). Los japoneses se refieren a esta calle como los Campos Elíseos de Tokio. Un ambiente muy diferente lo encontramos en la calle Takeshita Dori, paralela a Omotesando, a unos 200 m al norte. Es una pintoresca calle comercial, estrecha y abarrotada de gente, especialmente los fines de semana.

Desde allí seguimos andando hasta uno de los barios más animados y fotografiados de Tokio, Shibuya, famoso por su multitudinario cruce peatonal. Pero además es una zona llena de centros comerciales, tiendas de moda, restaurantes, carteles luminosos y mucha, mucha gente.

El cruce de Shibuya se compone de cinco pasos de peatones sincronizados. Cuando se abren los semáforos, una enorme multitud invade la calzada, convirtiendo al lugar en el cruce más transitado del mundo. Aparte de la experiencia de cruzarlo, hay que verlo desde una cierta altura. Hay varios puntos para contemplar el espectáculo. Nosotros lo vimos desde el gran ventanal del Starbucks del primer piso de un centro comercial que está en el mismo cruce.

Otra de las atracciones de Shibuya es la estatua del perro Hachiko (que nosotros nos despistamos y no vimos). Hachiko fue un perro que desde la muerte de su amo en 1925 y durante 10 años, continuó yendo a la estación de Shibuya cada tarde a esperar el regreso de su amo de la universidad. Esta historia real inspiró la película Siempre a tu lado, Hachiko, de Richard Gere.

Tampoco entramos en el centro comercial más famoso de la zona, el Shibuya 109, un gran edificio dedicado en exclusiva al público femenino, donde las jóvenes dependientas vestidas en plan «fashion victims» son una de las atracciones.

Ya había anochecido y después de muchas horas andando apetecía sentarse a cenar. Entramos en el Uobei Shibuya, restaurante autoservicio de sushi donde se realiza el  pedido a través de una pantalla táctil en la misma mesa, y al cabo de unos minutos llega a tu sitio mediante unos raíles. El sushi estaba muy rico y el precio era razonable. La cola de espera era bastante larga, pero iba rápida y además se esperaba sentado dentro del local.

Y después de cenar tomamos el metro desde Shibuya hasta Kyobashi (línea Ginza directa) para acabar la agotadora jornada en el hotel.

DIA 4 – TOKIO (Ginza, Tsukiji, Odaiba)

Iniciamos el recorrido por Ginza tomando la calle Chuo Dori en dirección sur, a dos minutos de nuestro hotel.

Ginza ha sido tradicionalmente la zona más elitista y cara de la ciudad, comparada con la Quinta Avenida de Nueva York, aunque actualmente tiene un duro competidor en Omotesando.

El corazón de Ginza se encuentra en el cruce entre entre Chuo y Harumi Dori. Allí se encuentra el edificio Wako, construido en 1932, con su enorme reloj y un claro aspecto occidental.

En el cruce tomamos la calle Harumi y pasamos por delante del teatro Kabuki-za, el principal teatro de Tokio para asistir a representaciones de kabuki.

Continuando por la misma calle llegamos a la zona donde se encontraba el famoso mercado mayorista de Tokio. Tradicionalmente la subasta de atunes del mercado de Tsukiji era una de las visitas típicas, aunque suponía no dormir esa noche. Aquí se vendían unos 400 tipos de especies diferentes y se movilizaban unas 2.000 toneladas diarias de producto. El mercado de Tsukiji cerró finalmente sus puertas el 6 de octubre de 2018, momento en el que se trasladó a su nueva ubicación en las afueras de Tokio (Toyosu). Tsukiji  no era sólo la mayor lonja de pescados y productos marinos del mundo sino también un enorme mercado de verduras, frutas y hortalizas.

A pesar del traslado del mercado, la zona estaba muy animada, pues se mantienen todas las tiendas, puestos callejeros y restaurantes que vivían de la actividad del mercado y que ahora lo hacen de los miles de turistas que pasean por allí.

Como se había hecho la hora de comer, entramos en el restaurante Tsukiji Itadori Uogashi Senryo donde degustamos un exquisito cuenco de arroz con pescados crudos que haría las delicias de los amantes del sushi y sashimi y causaría el espanto de los que odian el pescado crudo.

Después de comer seguimos caminando hasta Yurikamome Shimbashi Station, desde donde sale un tren que pasa por Odaiba, una de las zonas de moda de la ciudad que se encuentra en una isla artificial en la bahía de Tokio.

El tren Yurikamome no lleva conductor y circula por una estructura de hormigón elevada a decenas de metros del suelo. No está incluido en el JR Pass, pero merece la pena pagar los 320 yenes que cuesta el trayecto. Las vistas son espectaculares, especialmente si consigues colocarte en la posición del “no” conductor.

Nos bajamos en la estación de Daiba, Desde allí se contempla esta espléndida vista, con el puente Rainbow y los rascacielos de Tokio al fondo:

Una de las curiosidades que se pueden contemplar desde aquí es una réplica de la Estatua de la Libertad y una playa artificial (Seaside Park) en la que está prohibido el baño.

Odaiba es un área de entretenimiento y alta tecnología. Hay centros comerciales, restaurantes, cines, un Museo Nacional de Ciencias Emergentes e Innovación y una gran noria de 115 m. Entre todos los edificios destaca la sede de Fuji TV con un mirador de pago en la última planta. Desafortunadamente la tarde estaba lluviosa, por lo que no nos mereció la pena subir.

Lo que sí hicimos fue visitar el parque temático de Toyota Mega Web, un salón de exposiciones de la marca automovilística con exhibiciones de nuevas tecnologías, simuladores y espectáculos musicales. Algo parecido al museo de BMW en Munich, pero de entrada gratuita.

En la visita a Odaiba empleamos toda la tarde. Cuando volvimos a Shimbashi Station teníamos por delante una caminata de más de media hora para llegar al hotel. Decidimos hacer el trayecto andando pues a medio camino yo tenía localizado un restaurante en el que pensábamos cenar. Sin embargo, cuando llegamos donde indicaba el GPS, el restaurante parecía que había desaparecido, con lo cual seguimos por Ginza hasta llegar a la Estación de Tokio, donde fuimos a cenar a la ya conocida Calle del Ramen. Ese día tocó probar otro de los platos típicos japoneses llamado okonomiyaki, una especie de tortilla con diferentes ingredientes.

DIA 5 – NIKKO (Taiyuin, Futarasan, Toshogu, Sanbutsudo)

Según mi experiencia, dedicar tres días a Tokio es suficiente. Si se está un cuarto día, puede ser una buena idea realizar una excursión por los alrededores. Hay tres ciudades candidatas para ello: Hakone, Kamakura y Nikko. Nosotros nos decantamos por esta última.

Dos días antes habíamos canjeado en la Estación de Tokio el bono comprado en Madrid por el JR Pass, solicitando como fecha de comienzo el 1 de mayo para que nos llegase hasta el día 7, que era el día del regreso. Así pues decidimos  empezar a utilizarlo viajando en tren hasta Nikko, que es un trayecto de unos 160 km.

Nikko es una ciudad de 80.000 habitantes que se encuentra en las montañas de la prefectura de Tochigi, en la región de Kanto. El conjunto de templos y santuarios de Nikko fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 1999. Los templos se encuentran dentro del Parque Nacional de Nikko, lleno de rutas de senderismo entre montañas y cascadas.

Programamos el viaje con la app Hyperdia. La duración es de aproximadamente 2 horas. Primero se toma un tren bala (Shinkansen) hasta Utsunomiya. Allí se enlaza con el JR Nikko Line.

Al llegar a la estación de Nikko se puede tomar un autobús hasta la zona turística o caminar durante media hora. Nosotros hicimos esto último, pues la calle de acceso estaba totalmente colapsada de tráfico y hubiéramos tardado más en bus que andando.

Lo primero que se encuentra al llegar al parque es el puente Shinkyo, uno de los tres más bellos de Japón. Allí mismo hay una caseta donde venden entradas y nos entró la duda de si era para el acceso al conjunto de los templos que íbamos a visitar. El bajo precio de la entrada nos alertó de que no era para eso, sino simplemente para pasar por encima del puente, lo cual no tiene ningún interés, pues el puente se ve mejor desde fuera y la visión es gratis:

Después de ver el puente, iniciamos la ruta peatonal de subida hacia la zona de los templos. No teníamos claro si se podía adquirir una entrada para visitar todo el conjunto o había que comprar las entradas individuales. Al llegar donde comenzaba la zona monumental vimos otra caseta de venta de entradas. Allí adquirimos una combinada para ver los templos de Taiyuin y Sanbutsudo. Desde allí accedimos a una amplia y larga avenida en cuesta en la que había dos enormes colas de cientos de metros y con miles de personas esperando. Sin tener muy claro para qué eran y aterrorizados por la visión, buscamos con el GPS la ubicación de Taiyuin, cuya entrada ya habíamos pagado y hacia allí nos dirigimos. Afortunadamente era un remanso de paz comparado con lo que habíamos visto.

El complejo es una mezcla de edificios, puertas y fuentes, en los que encontramos una mezcla de estilos budistas y sintoístas, ya que en la época de construcción aun no había una diferencia importante entre las dos religiones.

Una de los puntos más interesantes de Taiyuin es la puerta Niomon, en la que destacan los guerreros que protegen la puerta y el descanso eterno del shogun.

Desde Taiyuin nos dirigimos al santuario que hay justo al lado de éste, el Futarasan, que es el más antiguo del conjunto, pues se fundó en el año 767 por el sacerdote Shodo Shonin como un monasterio budista, pero después se transformó en un santuario sintoísta.

El santuario rinde culto a las tres montañas sagradas de Nikko, el monte Nantai, el monte Nyoho y el monte Taro. Aunque tiene edificios de sus primeras épocas, los principales edificios, el Honden, recinto principal y el Haiden, se construyeron en el año 1619.

Con estas dos visitas ya consideramos que había merecido la pena la visita a Nikko, pero quedaba enfrentarse a las colas que habíamos visto al comienzo. Hacia allí nos dirigimos y vimos que éstas habían crecido.

Una de las colas era para las taquillas del santuario Toshogu y la otra para la entrada al recinto. Afortunadamente avanzaban rápidamente y no nos llevó más de media hora conseguir entrar. Eso sí, la visita fue un tanto agobiante por la presencia de miles de personas.

Toshogu es la visita principal de Nikko. El camino hacia el recinto principal está flanqueado por grandes cedros que nos conducen a un enorme torii de piedra que da entrada del santuario.

En este santuario encontramos el mausoleo de Tokugawa Ieyasu, primer shogun de Japón. Tiene gran importancia artística al mezclar elementos sintoístas y budistas y unos colores e imágenes impactantes. La monumental puerta Yomeimon está lujosamente decorada y marca el acceso principal al santuario.

En uno de los edificios se encuentra la famosa escultura de los Tres Monos de la sabiduría ( «no oigo lo que no debe ser oido», «no digo lo que no debe ser dicho», «no veo lo que no debe ser visto»),

Y para acabar la visita a Nikko nos dirigimos al complejo de templos Rinnoji pertenecientes a la secta budista Tendai en cuyo edificio principal (Sanbutsudo) se encuentran los Tres Budas de ocho metros de altura, estatuas recubiertas de pan de oro que encarnan las montañas sagradas de Nikko.

Del interior no tengo fotos porque no estaban permitidas.

La visita a Nikko había sido tan intensa que se nos había pasado la hora de comer. Aunque nos quedaba alguna visita por realizar aparte de los templos y santuarios, en concreto el Abismo de Kanmangafuci, el cansancio y la lluvia incipiente nos hicieron poner rumbo a la estación para regresar a Tokio, donde cómo no, cenamos en la Calle del Ramen.

DIA 6 – KIOTO (Sanjusangendo, Kiyomizu-dera, Sannenzaka, Ninenzaka, Maruyama Park, Chion-in, Yasaka, Gion, Pontocho)

Y llegó el día de abandonar Tokio y dirigirse al destino estrella del viaje, Kioto, que fue la capital de Japón durante más de mil años y cuna de las artes, la cultura y la religión del país del sol naciente.

En el plan del viaje habíamos asignado tres días a la visita de Kioto. Quizá un día más hubiera permitido hacer la visita un poco más relajada e incluso más completa.

El viaje a Kioto en el Shinkansen dura menos de tres horas. Se puede reservar asiento pagando un suplemento, pero con el JR Pass está incluida la reserva. Pero hay que hacerla por anticipado en los mostradores de venta de billetes. Al día siguiente de llegar a Tokio intentamos reservar todos los Shinkansen que íbamos a tomar en el viaje, pero como consecuencia de la Golden Week todo estaba reservado. Menos mal que en cada tren hay varios vagones con asientos sin reserva (están indicados en los paneles informativos), lo cual obliga estar con cierta antelación en el andén correspondiente para conseguir asiento. En el suelo está señalado el número de cada vagón y dibujada la línea para formar la fila de espera.

Como teníamos miedo de no poder conseguir asiento, adelantamos la hora prevista del viaje y llegamos al andén con 20 minutos de antelación. Tomamos el Shinkansen Hikari de las 7:03 que nos dejó en Kioto a las 9:45.

Habíamos reservado un apartamento por Airbnb muy cerca de la estación, por lo que antes de las 11:00 ya habíamos dejado el equipaje y empezado la visita a Kioto.

El primer destino era el templo de Sanjusangendo. Como estábamos descansados fuimos andando (una media hora). Al final del día, con bastantes kms en las piernas, pensamos que hubiera sido mejor idea haber hecho este recorrido en autobús.

Sanjusangendo es un templo budista famoso por albergar 1.001 estatuas de Kannon, la diosa de la merced, cubiertas con pan de oro. Fue fundado en el año 1164 por orden del emperador Go-Shirakawa y reconstruido un siglo después, en 1266, al quedar toda su estructura destruida por un incendio. El templo mide 120 m de longitud por lo que es la estructura de madera más larga de Japón.

El exterior del edificio no tiene nada de espectacular, excepto su tamaño. Lo realmente impresionante está en su interior, pero no está permitido fotografiar.

El recinto en el que se encuentra el edificio tiene rincones con cierto encanto, como se puede ver en las fotografías.

Desde aquí seguimos andando (otra media hora) hasta el templo más conocido de Kioto y por lo tanto el más abarrotado de visitantes, el Kiyomizu-dera, que significa templo del agua pura y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.

Kiyomizu-dera en un conjunto de varios edificios que se extienden por una amplia superficie en lo alto de una colina. El edificio principal tiene un enorme balcón de madera, sostenido por cientos de pilares, y ofrece maravillosas vistas de la ciudad y la naturaleza de la zona. Desafortunadamente estaba en obras y cubierto con una lona como se puede ver a la derecha de la foto.

Después de esta visita nos adentramos en la zona más tradicional de Kioto, las calles peatonales en cuesta de Sannenzaka y Ninenzaka. Es una de las zonas históricas mejor preservadas de Kioto: casas de madera, tiendas tradicionales y muchos, muchos turistas.

Desde aquí seguimos en dirección norte a través de una tranquila zona residencial hasta Maruyama Park que es un precioso parque público de Kioto, muy popular para disfrutar de un picnic bajo los cerezos en flor en abril.

A la salida del parque por el norte encontramos el templo de Chion-in, un espectacular templo budista de la escuela Jodo. El templo fue construido en 1234 aunque sufrió grandes daños en un incendio a mediados del siglo XVII. Algunos de los edificios son reconstrucciones de esa época. Uno de ellos es la impresionante puerta principal Sanmon, el portón de madera más grande de todo Japón.

Nos tuvimos que conformar con esta vista pues justo cuando intentamos entrar al recinto, nos impidieron el paso pues era la hora de cierre (16:00)

Volvimos al parque y nos dirigimos a la zona oeste donde se encuentra Yasaka, uno de los santuarios sintoístas más importantes de todo Japón, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.

Aquí se celebran eventos muy importantes como el Festival de Gion (Gion Matsuri) en julio, o la celebración del ritual de año nuevo (Hatsumode).

Las partes mas importantes del santuario Yasaka son el Honden o Salón Principal y el Buden o pequeño escenario tradicional donde se realizan actuaciones y celebraciones. El Buden es claramente identificable por sus mas de 300 farolillos que lo rodean y que han sido donados por compañías y hombres de negocios de Kioto en busca de buena suerte.

Y desde aquí nos dirigimos a Gion, el famoso barrio de las geishas, lleno de casas de té y tiendas tradicionales que evocan la arquitectura del antiguo Japón. Hay que decir que la mayoría de las mujeres que pasean por la zona con el vestido tradicional japonés no son ni geishas ni maikos (aprendices) sino turistas chinas que han alquilado el vestido y que se pasan todo el tiempo haciéndose fotos.

Después de un breve recorrido por Gion llegamos a Shijo-dori, calle comercial abarrotada de gente por donde cruzamos al oeste del río Kamo. Seguimos por la orilla hacia el norte, en un entorno muy agradable para pasear, con el río a la derecha y una hilera de restaurantes tradicionales con terrazas elevadas.

Antes de llegar al siguiente puente, accedimos a Pontocho, una calle estrecha y peatonal de 600 m paralela al río y que va de la calle Shijo a la calle Sanjo. Es otro de los distritos de geishas de Kioto, con casas de té, tiendas tradicionales, bares y restaurantes.

Desde allí cruzamos el río y llegamos a la estación de metro de Sanjo Keihan en la línea que va de Este a Oeste. Hicimos transbordo en Karasuma Oike y tomamos la línea que va de Norte a Sur hasta llegar a Kujo. Esa noche cenamos en la planta cuarta del centro comercial Aeon, a diez minutos de nuestro apartamento.

DIA 7 – KIOTO (Arashiyama, Fushimi Inari)

Dedicamos ese día a hacer dos visitas por los alrededores de Kioto de las consideradas imprescindibles. La mañana la dedicamos a Arashiyama, famosa por su bosque de bambú y la belleza de sus templos, santuarios y entorno natural.

A las 8:28 tomamos el JR Sagano Line for Kameoka y a las 8:45 llegamos a la estación de Sagaraarashiyama. Desde allí andando diez minutos llegamos a la puerta del templo Tenryuji.

Es uno de los cinco templos zen más grandes de Kioto y, sin duda, el templo más impresionante de Arashiyama.

Construido en el siglo XIV, el templo Tenryuji es conocido sobre todo por su jardín diseñado para calmar el espíritu, según los principios del zen. En el centro tiene un estanque alrededor del cual hay diferentes especies de árboles y rocas que reproducen un paisaje natural.

Desde aquí nos dirigimos a ver la atracción turística más famosa de Arashiyama, el bosque de bambú. No es necesario salir por la entrada principal de Tenryuji, sino que desde el propio recinto del templo se puede acceder a la puerta norte que da directamente al sendero que cruza el bosque, que como esperábamos estaba abarrotado de gente.

Después de pasear un rato entre la multitud llegamos al pequeño santuario de Nonomiya. Nada más llegar nos pusimos en una cola que pensamos que sería la de la taquilla. Pero pronto nos dimos cuenta que la entrada era gratuita y que la cola era para la oración sintoísta.

Desde allí nos dirigimos a la calle principal de Arashiyama que desemboca en el puente Togetsukyo. La calle está llena de tiendas, restaurantes, gente y vehículos (de motor y de tracción humana)

En uno de los aledaños de la calle, un poco difícil de encontrar, está el restaurante Sushi Naritaya, donde tomamos uno de los mejores sushi del viaje.

Después de la comida, cruzamos el puente Togetsukyo, que significa «puente que cruza la luna»,  desde donde se contempla una vista espectacular de toda Arashiyama. El puente es una reconstrucción de la década de 1930 de un puente de madera del periodo Heian.

Y aquí dimos por finalizada nuestra visita a Arashiyama y regresamos a la estación. Nos quedaron por ver muchos sitios (templos Otagi, Adashino, Seiryo-ji y Daikaku-ji, Saga Toriimoto Preserved Street, residencia Rakushisha, el parque de los monos de Iwatayama), pero el tiempo era limitado y había que priorizar.

De vuelta en la estación de Kioto, tomamos el JR Nara Line que en 5 minutos nos dejó en la estación de Inari, desde donde se llega a uno de los lugares más turísticos de Japón, el santuario de Fushimi Inari al que se accede por la puerta Romon construida en 1589.

Es el principal santuario de los dedicados al dios Inari, de los 32.000 que existen en todo Japón en memoria del dios del arroz y patrón de los comerciantes. Los 5.000 torii de color naranja vivo que encontramos uno detrás de otro por sus 4 kilómetros de caminos, parecen formar un pasadizo techado. Han sido donados por comerciantes que ponen sus nombres o los de sus negocios en los torii para que el dios Inari les sea propicio.

El recorrido es un poco cansado, pues es cuesta arriba. Nosotros no llegamos a la cima, pero nos quedamos cerca.

La vuelta no la hicimos por los torii, sino por un camino un poco más al norte que pasaba por multitud de pequeños santuarios.

Ese día cenamos en la estación de Kioto. Allí se encuentra un centro comercial llamado JR Isetan. Su undécima planta está llena de restaurantes. Entramos en uno llamado Wako donde tomamos tonkatsu (chuleta de cerdo empanada, frita y troceada)

DIA 8 – MIYAJIMA

Todavía nos quedaba un día para acabar la visita de Kioto según nuestro plan, pero decidimos intercalar una excursión de casi 400 km a la isla de Miyajima, aprovechando la rapidez de los trenes Shinkansen y que con el JR Pass no nos suponía un gasto adicional.

Miyajima es famosa por el santuario Itsukushima y su gran torii flotante sobre el mar y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

A las 7:20 tomamos el Shinkansen Hikari con dirección a Hisroshima donde cambiamos al  JR Sanyo Line que nos dejó en Miyajimaguchi a las 9:43.

Desde la estación se llega en pocos minutos al embarcadero desde donde parten los ferries cada 15 minutos. Hay dos líneas. Nosotros tomamos la JR que está incluída en el JR Pass. El trayecto dura apenas 15 minutos. El barco no va en línea recta sino que se acerca al famoso torii que queda a la derecha.

El torii puede estar semisumergido en el mar o sobre la arena de la playa, dependiendo del estado de la marea. Como es interesante verlo en ambas situaciones, conviene consultar los horarios de la pleamar y bajamar. Puede hacerse en esta página web: https://tablademareas.com/jp/hiroshima/itsukushima. Nosotros llegamos tres cuartos de hora después de la pleamar y nos fuimos poco después de la bajamar.

El santuario de Itsukushima, dedicado a la diosa guardiana de los mares, tiene la peculiaridad de haber sido construido parcialmente en el mar sobre pilotes. La cola para entrar al santuario era de no menos de 300 metros, pero afortunadamente iba rápida.

El torii flotante es el símbolo de Miyajima. Está construido con madera de alcanforero lacada en bermellón. Tiene casi 17 metros de altura y unos pilares principales de 10 metros de diámetro. El torii se encuentra en el mar, a 200 metros del santuario, y es posible acceder a él a pie con la marea baja.

El complejo se compone de un santuario principal y de varios secundarios, además de otros edificios comunicados por amplios pontones y galerías. Cuando hay marea alta, el edificio parece flotar sobre el agua. El santuario principal, el Heiden (pabellón de ofrendas), el Haiden (pabellón de oficios), el Hairaiden (pabellón de purificación) y las galerías han sido declarados Tesoros Nacionales.

Una mala noticia para los que vayan a ir próximamente a Japón. El torii comenzará a cubrirse con andamios el 3 de junio de 2019 y quedará completamente cubierto sobre el 20 de julio, momento en que comenzarán las obras de restauración que durarán hasta el 30 de junio de 2020.

Después de la visita al santuario nos dirigimos a la calle principal, llena de tiendas, restaurantes y gente. Entramos a comer en Kakiya, restaurante especializado en ostras servidas en diferentes preparaciones.

Desde allí ascendimos a un pequeño promontorio donde se encuentra la pagoda de cinco pisos Gojunoto, que sólo se puede ver por fuera.

Y antes de tomar el ferry de vuelta, volvimos a la orilla del mar donde ya había bajado la marea y se podía ver mucha gente junto al torii.

Ya de vuelta en la estación de Kioto, subimos otra vez al piso 11 del JR Isetan para cenar. Esta vez entramos en el restaurante Tsukiji Sushisay donde tomamos un plato de sushi con esta cuidada presentación.

DIA 9  – KIOTO (Kinkaku-ji, Ryoan-ji, Nijo, Heian-jingu, Ginkaku-ji), OSAKA

Éste era nuestro último día en Kioto donde todavía nos quedaban por ver varios templos y santuarios. Inicialmente habíamos previsto dormir cinco noches en esta ciudad, Pero finalmente lo dejamos en tres, sin modificar el plan de visitas. Los dos últimos días reservamos hotel en Osaka, no porque tuviéramos un interés especial en visitar esta ciudad, sino como base para viajar a Nara al día siguiente y para el traslado al aeropuerto de Kansai el último día, pues a ambos lugares se accede mejor desde Osaka.

Los lugares que nos quedaban por visitar en Kioto estaban bastante separados unos de otros y a ninguno de ellos se podía acceder en metro, por lo cual hicimos una auténtica ginkana de autobuses. Habíamos comprado en la oficina de información de la estación un pase diario para utilizar la red de autobuses, aunque también se lo puedes comprar al conductor si llevas el importe exacto (600 yenes).

En los autobuses se sube por la puerta trasera y se paga al salir por la delantera. La primera vez se valida el pase en la máquina correspondiente y las sucesivas veces se enseña al conductor.

La primera visita del día era el templo Kinkaku-ji (Pabellón Dorado). A las nueve menos cuarto, quince minutos antes de la apertura, ya estábamos haciendo la cola de entrada. Habíamos llegado allí en el bus 205 desde la parada Kujoshakomae hasta la Kinkakujimichi (26 paradas).

El Kinkaku-ji se encuentra al norte de Kioto. Es uno de los templos zen más famosos de la ciudad y visita obligada para todos los turistas. Su característica principal es el recubrimiento con pan de oro de las paredes exteriores de las dos plantas superiores. Nada más entrar al recinto del templo, nos encontramos con el estanque llamado Kyoko-chi (Espejo de Agua) en el que se refleja el impresionante templo que sólo se puede ver por fuera.

El camino bordea el estanque y lleva a la base del edificio. En el estanque podemos ver islotes de rocas colocadas siguiendo los códigos de la estética zen y pequeños pinos japoneses.

La siguiente visita era el templo Ryoan-ji, que queda bastante cerca del anterior, sólo a tres paradas del bus 59, desde la pàrada Kinkakujimae hasta la Ryoanjimae.

Ryoan-ji es un templo construido en el periodo Heian como residencia aristocrática y fue convertido a templo budista zen de la secta Rinzai en 1450. El templo es muy conocido por su misterioso jardín de rocas, el más famoso de todo Japón. Allí se encuentran quince rocas situadas sobre pequeños círculos de musgo que parecen flotar en un mar de grava blanca rastrillada. Una plataforma de observación sobre el jardín facilita una vista sin obstáculos. Aunque desde cualquier ángulo se puede observar el jardín, nunca se pueden ver las quince rocas al mismo tiempo.

No se sabe ni la fecha de construcción, ni quién fue su autor y ni siquiera su significado, puesto no ha quedado explicación alguna, lo cual alimenta multitud de teorías.

Además del jardín de rocas se puede visitar la antigua residencia del monje superior con una exposición de pintura caligráfica sobre el papel de las puertas correderas de las estancias con tatami.

En el entorno del templo hay más edificios, además de un hermoso jardín con estanque incluido.

La siguiente etapa del día era el Castillo Nijo, una de las construcciones más espectaculares de Kioto. Para llegar allí fuimos a la parada Ritsumeikandaigakumae y tomamos el bus 50 hasta la Nijomae.

El castillo fue construido en 1603 como residencia del primer shogun del periodo Edo (1603-1867), Tokugawa Ieyasu. En 1867 cuando se abolió el shogunato y Japon se abrió al exterior, el castillo se utilizó brevemente como palacio imperial hasta que fue donado a la ciudad y abrió sus puertas. Su amplio foso, sus enormes muros de piedra y sus sofisticadas puertas de entrada son impresionantes,

La entrada principal al Castillo Nijo se encuentra al este, desde donde se accede a la impresionante puerta Karamon que nos lleva hasta la entrada del palacio Ninomaru, donde se encontraba la residencia y las oficinas del shogun.

La principal atracción del palacio Ninomaru son las salas de tatami, con techos y puertas correderas de estilo japonés bellamente decoradas, y los suelos de ruiseñor, que chirrían cuando uno pasa por encima y que servían en su momento como medida de seguridad ante visitantes no deseados para alertar a los habitantes del castillo.

Los terrenos son extensos y contienen bellos jardines, además de arboledas de ciruelos y cerezos.

A la salida del castillo entramos a comer en un restaurante corriente y después nos dirigimos a la penúltima visita del día, el santuario Heian. Fuimos a la parada Horikawa Marutamachi y allí tomamos el bus 202 (o 204) hasta la Kumano Jinja-mae y desde allí andando hasta el santuario.

El santuario Heian o Heian Jingū está situado en el barrio de Higashiyama, al este de Kioto. Es especialmente conocido por celebrarse allí en octubre uno de los festivales más importantes de Kioto, el Jidai Matsuri o festival de las eras.

El Heian jingū se construyó entre 1893 y 1895 para conmemorar el 1100 aniversario de la creación de la ciudad de Heian-kyō, la antigua Kioto, y se dedicó a los Emperadores Kammu y Komei, el primer y el último de los emperadores que gobernaron desde Kioto. En la actualidad el santuario es un centro de gran importancia espiritual para los habitantes de la ciudad.

Teníamos dudas si nos daría tiempo a visitar el último templo previsto, el Ginkaku-ji, pero la visita a Heian fue rápida y desde allí nos fuimos a la parada Okazaki Koen/Dobutsuen-mae para tomar el bus 32 (o el 100) y llegar a la Ginkakuji-mae desde donde se llega al templo en pocos minutos.

El templo Ginkaku-ji (Pabellón de Plata) es un precioso templo budista zen construido en 1474 como retiro del shogun Ashikaga Yoshimasa, quien quiso imitar la belleza del templo Kinkaku-ji que había construido su abuelo años antes. El shogun no pudo recubrir el templo de láminas de plata, como era su intención, pero a pesar de ello el nombre se mantiene.

El edificio principal, o Kannonden, es un pabellón de dos pisos de estilos diferentes que ha sobrevivido a varios incendios y terremotos. No está abierto al público, por lo que sólo podemos disfrutar de su belleza desde el exterior.

Siguiendo el recorrido señalizado llegamos al precioso jardín de musgo, todo lleno de pequeños riachuelos y estanques con islotes, piedras y puentes, además de una gran variedad de plantas.

Desde lo más alto del camino se puede disfrutar de maravillosas vistas del Ginkaku-ji y de la ciudad de Kioto.

Una vez finalizada la visita fuimos a la parada Ginkakuji-michi donde tomamos el bus el 5 (o el 100) hasta Kyoto Station. Habíamos dejado el equipaje en el apartamento. Lo recogimos y volvimos a la estación donde tomamos el tren hasta Osaka.

En Osaka hay varias estaciones de tren. Habíamos reservado hotel muy cerca de la estación de Tennoji, pues era la que estaba mejor comunicada tanto para el viaje a Nara del día siguiente como para el desplazamiento al aeropuerto de Kansai.

Después de dejar el equipaje salimos a cenar a la animada zona de Shinsekai, donde se encuentra la torre Tsutentaku, a diez minutos andando del hotel.

Íbamos buscando un determinado restaurante que nos habían recomendado. Cuando llegamos a la ubicación donde se supone que estaba, había docenas de restaurantes juntos, pero aquí no había letreros en inglés, todos estaban en kanji. Entramos en uno que parecía que podría ser el que buscábamos. Preguntamos al camarero si era el Kushikatsu Yokozuna y nos dijo que sí, pero no nos quedamos convencidos de que nos hubiera entendido. Como el restaurante tenía buen aspecto y además estaba muy animado nos quedamos, aunque sin tener la seguridad de estar en el que buscábamos. Tomamos los famosos tatoyaki (buñuelos de pulpo).

DIA 10  – NARA (Kofuku-ji, Todaiji, Kasuga-Taisha), OSAKA

A las 9:01 tomamos el JR Yamatoji Line for KAMO, que en media hora nos dejó en Nara, que fue capital del país en el Japón medieval.

La ciudad es muy agradable de recorrer, pero fuimos directamente al Parque de Nara, conocido también como el Parque de los Ciervos, a veinte minutos andando de la estación. Allí se encuentran los principales lugares de interés turístico.

Lo primero que visitamos fue el templo Kofuku-ji, construido en el año 710.

Lo más vistoso del recinto es la pagoda de 5 pisos, la segunda más alta de Japón, que fue construida en 1426.

A continuación fuimos al templo Todaiji. Después de  cruzar la puerta Nandaimon para entrar al recinto, llegamos al edificio principal del templo, el salón Daibutsuden o salón del Gran Buda. Es el edificio de madera más grande del mundo.

Uno de los pilares que sostiene el edificio tiene un agujero en su base de las mismas dimensiones que los orificios nasales del Buda. Se dice que todo aquel que pueda pasar por el agujero será bendecido. Vimos a muchos padres ayudando a sus hijos pequeños a pasar.

Todavía nos quedaba un último esfuerzo: recorrer andando a través del parque un kilómetro y medio para llegar al santuario Kasuga-Taisha, construido en el 768 y uno de los más famosos santuarios sintoístas de Japón.

El santuario es famoso por tener 1.000 farolillos de bronce suspendidos de los aleros de sus salas.

Habíamos andado ya unos cuantos kilómetros y el cansancio había hecho acto de presencia, por lo que tomamos un autobús para volver a la estación.

Antes de tomar el tren de vuelta entramos en un bar a tomar una cerveza y un plato de gyozas (empanadilas japonesas)

Ya de vuelta en Osaka y después de descansar un rato en el hotel, fuimos a cenar a la zona más animada de la ciudad, Dotonbori. Para ello volvimos a la estación y tomamos el tren para ir a JR Namba Station (3 paradas).

Cenamos en el restaurante Ajinoya. Éste sí tenía un letrero en inglés, pero pequeño y no fácil de ver. Es un restaurante muy animado especializado en okonomiyaki. En el centro de cada mesa hay una plancha donde el camarero te prepara la cena a la vista.

DIA 11  – OSAKA (Aeropuerto de Kansai) – MADRID

Teníamos el vuelo de vuelta a las 10:45 desde el Aeropuerto Internacional de Kansai que está construido en una isla artificial en la bahía de Osaka. Utilizamos por última vez el JR Pass para tomar a las 8:08 el LTD. EXP HARUKA que en 45 minutos nos dejó en el aeropuerto.

Después de una escala en Helsinki llegamos a Madrid a las 20:15.

Y aquí concluye el relato de este inolvidable viaje. Como siempre os dejo un vídeo que he montado con las fotos y videoclips del viaje.

Un saludo.

Julio

Esta entrada fue publicada en Asia. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario